Luisa Sosa y Julia Rufo recibirán la distinción honorífica más alta del Ayuntamiento de Nerva

por Juan Antonio Hipólito Domínguez / 18 de Julio de 2018 / Publicado en Nerva

La fundadora de la Obra Social Jesús Nazareno en Nerva, Luisa Sosa Fontenla, y Julia Rufo Alcaide, protagonista de la novela Nunca faltaron floresde Carmelo Rufo, recibirán a título póstumo los nombramientos de Hija Predilecta e Hija Adoptiva, respectivamente. Se trata de la máxima distinción honorífica que concede el Ayuntamiento de Nerva en base a su Reglamente de Honores y Distinciones.

Según informa Juan A. Hipólito, el Ayuntamiento de Nerva no otorgaba una distinción de estas características desde hace ocho años. En 2010, el pianista de reconocido prestigio internacional, Javier Perianes, y Francisco López Real (a título póstumo), un histórico del socialismo español, recibían el título de Hijo Predilecto, coincidiendo con la celebración del 125 aniversario de la Villa de Nerva. Ocho años antes, en 2002, nombraban a Sor Modesta como Hija Adoptiva de la localidad minera.

 

A partir de ahora, Sosa y Rufo pasarán a formar parte de la lista de honor compuesta por nervenses tan ilustres como el primer alcalde de Nerva, Domingo Gil Vélez, el pintor Daniel Vázquez Díaz, el músico y compositor Manuel Rojas o el poeta José María Morón, por poner algunos ejemplos.

 

Para el instructor de los expedientes y concejal de Cultura, Isidoro Durán, con estas nuevas distinciones se hace justicia a las destacadas cualidades personales y méritos contrayentes por ambas mujeres, en especial por sus servicios en beneficio de las personas más desfavorecidas y necesitadas, sobre todo, en tiempos convulsos, marcados por todo tipo de calamidades. “Los actos de infinita humanidad y la gran personalidad demostrada por estas mujeres a lo largo del tiempo han hecho que el pueblo les tenga en una alta estima y consideración”, subraya.

 

Luisa Sosa en el Asilo de Ancianas

 

Luisa Sosa Fontenla, Hija Predilecta

 

Luisa Sosa Fontenla, fallecida el 25 de noviembre de 2017 a la edad de 99 años, fue la fundadora de la Obra Social Jesús Nazareno en Nerva. Se encargó de cuidar a las ancianas y niñas más desfavorecidas de la localidad minera durante décadas. Dos años antes de recoger a su primera anciana a finales de los 50 del siglo pasado, con apenas veinte años, había comenzado a elaborar comidas para alimentar a personas enfermas que no tenían ni tan siquiera un mendrugo de pan que llevarse a la boca.Para la inmensa mayoría de los habitantes de esta zona rural, eminentemente minera, eran tiempos de todo tipo de calamidades: escasez de los productos más necesarios y falta de recursos básicos, trabajo precario y condiciones laborales ínfimas y enfermedades.

 

La ola de críticas de la clase pudiente contra la labor humanitaria y caritativa que realizaba esta mujer, junto a otras compañeras, no tardó en hacerse notar. Desde que empezaron con su obra social, cada paso que daban eran objeto de nuevas críticas, cada vez más feroces, “Cuando empezamos a dar las comidas surgieron las primeras críticas, cuando comenzamos a pedir aumentaron, y cuando recogimos a nuestra primera anciana, y a las siguientes, llegaron al paroxismo”, relata en un escrito inédito al que ha tenido acceso esta redacción. 

 

Muchos años antes de comenzar con su obra social, se describía a sí misma como una persona sin vocación, obsesionada con la salvación de su alma a través de la religión. Pero un rayo de luz le torna religiosa de convencimiento y dispuesta a renunciar a todo para servir al Señor. La vida espiritual de Santa Teresa de Jesús le muestra el camino, pero ella actúa más por temor que por amor. A finales de los años 30 del siglo pasado, se encuentra en un mar de dudas. Sopesa seriamente la posibilidad de unirse a la vida religiosa como monja, pero en su interior oye constantemente una voz que le implora: “¡Has de fundar, has de fundar!”. Así trascurren los años hasta su místico encuentro con el Nazareno del que surge la palabra clave en esta historia: “¡Ancianas!”.

 

Rufo firmando ejemplares del libro dedicado a Julia

 

Julia Rufo, Hija Adoptiva

 

El recuerdo imborrable de Julia Rufo, fallecida en 1980, perdura entre sus vecinos gracias a la filantropía y el altruismo ejercidos durante la época de la Guerra Civil. Sus actos siempre se distinguieron por el amor a sus semejantes, así como su obra de bien en la comunidad y la diligencia en procurar el bien ajeno acosta del propio.

 

Hasta su muerte, nunca faltaron flores donde las tropas nacionales fusilaron a decenas de vecinos de la Cuenca Minera de Riotinto en el camino que conduce al cementerio de Nerva. Su bisnieto, Carmelo Rufo, autor de la novela Nunca faltaron flores,recupera para orgullo de género la memoria de una mujer acostumbrada a luchar y enfrentarse a muchísimas dificultades desde que naciera en 1882 en Higuera de la Sierra.

 

Rufo narra en el libro protagonizado por esta heroína del siglo XX, del que se llevan vendido más de 350 ejemplares y ya se piensa en una segunda edición, cómo su abuela le contaba que se jugaba la vida para ir a ayudar y socorrer a los posibles supervivientes de los fusilados, de uno y otro bando, de la Guerra Civil. Nunca deparó en si eran republicanos o falangistas. Su bisnieto aún se emociona cuando recuerda cómo los más ancianos del lugar le aseguraban, al cabo de los años, que aquellas historias eran ciertas. 

 

Ella se había enfrentado a la vida y a la época siendo madre soltera. Sabía bien lo que era pasar calamidades, penas e injusticias. Aquello que había vivido le quemaba por dentro, le ahogaba como el humo de las teleras de cuando ella era pequeña. Su determinación y arrojo hizo arrancar de las malditas manos huesudas de la Parca alguna que otra alma apunto de abandonar su cuerpo violentado por la sinrazón. 

 

 

Entrega de distinciones

 

El Ayuntamiento de Nerva hará entrega de estas distinciones honoríficas a título póstumo, junto a las Torres de Nerva 2018, en el acto de Exaltación de la Villa que tendrá lugar en el salón de sesiones de la Casa Consistorial el 7 de agosto con motivo de la celebración de la emancipación de la localidad minera de Zalamea la Real hace 133 años. 

 

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