Nerva vive su Semana Santa más atípica, con cofrades, devotos y feligreses enclaustrados en sus casas a causa del nuevo coronavirus. A comienzos de marzo, días antes de que el Gobierno de España decretarse el estado de alarma, la hermana mayor de la Hermandad del Gran Poder y María Santísima del Mayor Dolor, Rocío Domínguez, anunciaba que este año no habría procesiones por falta de costaleros. Para entonces, la Imagen del Gran Poder ya llevaba meses restaurándose en el taller del imaginero Javier Rodríguez Angulo, Roan. Hoy, con el trabajo finalizado, la Sagrada Imagen pasará la Semana de Pasión fuera de su Templo, a 80 kilómetros de distancia. Pero, de alguna manera, “el Gran Poder estará presente a través de Dios en cada uno de los hogares nervenses donde estos días se vivirán de una forma especial”, asegura el cura-párroco de Nerva, Pawel Kaim.
Tanto el hermana mayor, como el cura-párroco y el imaginero encargado de la restauración se han comprometido a presentar la imagen renovada del Gran Poder de Nerva una vez pase la pandemia de coronavirus. En Nerva, cofrades, feligreses y devotos desean fervientemente que su llegada no se demore más del tiempo estrictamente necesario y dictado por las autoridades civiles y sanitarias. Y poder disfrutar, por fin, del magnífico trabajo de restauración realizado en el taller de Roan durante los últimos ocho meses.
Proceso de restauración:
La imagen del Gran Poder de Nerva, de mediados del siglo XX, obra del imaginero Carlos Bravo Nogales, restaurada por última vez, hace veinte años, por el profesor José Manuel Miñarro, se encontraba en un estado de conservación bastante deficiente en cuanto a su estructura material.
Entre los numerosos daños hallados por el imaginero destacan: suciedad generalizada de la policromía y oscurecimiento producida por la oxidación de los barnices; gran cantidad de repintes oleosos, ocultando en muchas zonas la policromía original; huevos de larvas en zonas muy concretas; desensambles de las uniones del cuerpo, con bastante riesgo de inestabilidad, sobre todo la unión de la cabeza con el cuerpo; peana en muy mal estado; y perdida de aparejo y erosiones en infinidad de puntos.
Además, un estudio radiográfico puso al descubierto decenas de clavos empleados por su creador en los ensambles de las maderas para la ejecución de sus tallas. Algo similar sucedió con la restauración del Jesús de Medinaceli de Algeciras, restaurado por Lourdes Hernández. Ante la inviabilidad de desensamblar la imagen por completo para retirar todos los clavos y volver a ensamblarla, se opta por un tratamiento más conservador mediante inyección con ácido tánico para evita su oxidación. No obstante, se retiraran todos los clavos que se encuentran de manera superficial, sin afectar a la talla, y se sustituyen por espigas de fresno.
El procedimiento seguido para solventar todos estos problemas ha sido el siguiente: desinsectar toda la imagen; limpieza de la policromía de manera superficial, tanto en el rostro como en las manos y los pies, retirando todos los repintes existente pasa rescatar la policromía original oculta; chirlatado y cosido de todas las grietas; estucado de las zonas donde el aparejo se había perdido; sustitución de brazos y espigas de las manos; limpieza de ojos manera manual; reintegración de las perdidas; veladura para entonar el conjunto, y aplicación de una leve capa de barniz mate opal para la protección de la policromía.
De todas las restauraciones llevadas a cabo por Javier Rodríguez Angulo, Roan, sobre el patrimonio de la Hermandad del Gran Poder y María Santísima del Mayor Dolor de Nerva, la realizada al Gran Poder ha sido la más compleja. Anteriormente, el imaginero sevillano se había encargado con éxito de la restauración del Santísimo Cristo de la Vera Cruz en 2017, y María Santísima del Mayor Dolor y la Virgen del Carmen en 2018, año que coincidió con su pregón de la Semana Santa nervense.