Se llamaba Laura Luelmo y era de Zamora. Apenas llevaba trabajando una semana en el IES Vázquez Díaz de Nerva como profesora de dibujo en el Bachillerato de Arte y tan solo un par de días como vecina de El Campillo, municipio de la Cuenca Minera de Riotinto, donde se fue a vivir. El cuerpo sin vida de esta joven profesora de 26 años aparecía seis días después de su desaparición en los alrededores de la aldea de Traslasierra. Su asesino confeso, Bernardo Montoya, ya está en prisión a la espera de juicio. Esta mañana, cientos de personas procedentes de diferentes puntos de la Comarca han secundado la marcha en su memoria, y como muestra de repulsa hacia la violencia de género, organizada por el Club Runners de Nerva y el Trail Running de El Campillo, en colaboración con el Ayuntamiento de la localidad minera.
Según informa Juan A. Hipólito, el centro de educación secundaria donde impartía clases Luelmo ha sido el punto de partida del que han salido decenas de personas a las diez de la mañana. Los runners nervenses han tenido que aminorar el ritmo ante la multitud de vecinos que se iban sumando a la marcha, desde compañeros y alumnos del instituto hasta personas mayores, pasando por familias enteras, ciclistas, etc. Una hora después, a su paso por la plaza del minero en Riotinto, la marcha ya superaba el medio millar de participantes. Otro grupo de vecinos de la comarca convocados por el Motoclub Tragatierra, una asociación de mujeres y el Ayuntamiento de Zalamea salía a las 11:00 horas desde el otro extremo de la Cuenca Minera. Al mediodía, una gran multitud de vecinos se agolpaba a las puertas del Centro Multifuncional, al que próximamente bautizarán con el nombre de Laura Luelmo, dispuestos a continuar la marcha hasta Traslasierra.
Pocos recuerdan hoy una movilización similar en la Cuenca Minera de Riotinto como la vivida entorno al recuerdo de Laura Luelmo. Un auténtico río humano ha atravesado de este a oeste una comarca convulsionada por el trágico desenlace con el que finalizó la desaparición de la joven profesora zamorana en esta tierra solidaria de mineros. Durante todo el trayecto, testimonios de rabia, dolor, impotencia e infinita pena se entremezclaban con los de cariño, afecto y respeto hacia los familiares y amigos de la joven asesinada. “Todos somos Laura”, gritaban una y otra vez, “todos somos Laura”. La emoción se palpaba en cada uno de los participantes. Imposible aguantar las lágrimas corriendo por las mejillas de mujeres y hombres, niños y ancianos. “Todos somos Laura, todos somos Laura…”, se repetía, una y otra vez.
Al regreso de la pequeña aldea campillera, en la plaza del Ayuntamiento, muchos de los participantes en la marcha escuchaban atentamente los manifiestos leídos por representantes de los clubes encargados de organizar la misma. Elisabeth Vázquez, en nombre de los runners de Nerva, clamaba justicia. “Tú te has ido y ya nada podemos hacer, más que pedir justica, pero quedamos muchas y podemos unirnos y reivindicar unas leyes más duras. Os pido por Laura y por todas las mujeres a quienes silenciaron y le rompieron la vida y los sueños que levantemos la voz. Vamos a pelear por ser libres, para correr sin miedo y no por miedo, por una justicia que proteja antes de que pase, no cuando ya ha pasado. Y te prometo que un día vamos a ser tantas que no existirá nadie que nos pueda hacer callar”, pedía ante la multitud ante de romper a llorar sin consuelo.
Por su parte, Luis Fernando Romero, en nombre del Club Trail Running de El Campillo, aprovechaba la ocasión para reivindicar con esta marcha que toda persona, sea hombre o mujer, tiene la libertad de salir a correr, andar o salir en bici a cualquier hora y por cualquier sitio sin sentirse amenazado, intimidado y, mucho menos, con miedo de no volver a casa. “Laura siempre estará con nosotros en este lugar maravilloso donde tu libremente decidiste venir, nuestro pueblo de El Campillo te manda miles de besos al cielo”, clamó con emoción.
Otra vecina de la Cuenca Minera, Felisa Conejo, tomaba la palabra en nombre de los riotinteños para expresar la profunda conmoción en la que se encuentra sumida toda la comarca. “Esto no debería haber sucedido nunca. ¡Descansa en paz Laura!. Lamentamos profundamente que tu vida y juventud se hayan visto rotos de esta forma tan salvaje, que tu libertad como mujer, como persona no se haya respetado y que tu vida acabe de esta forma porque alguien así lo ha decidido y quien lo ha hecho siga teniendo sus derechos…No queremos que nos enseñen a defendernos. No queremos tener que ser valientes…Queremos que por el hecho de ser mujer no tengamos la necesidad de vivir con miedo buscando siempre como superarlo. Lo que deseamos y realmente necesitamos es que se trabaje para construir una sociedad donde la justicia y la igualdad entre hombres y mujeres deje de ser una asignatura pendiente…¡Basta ya! ¡Ni una más, ni una menos! Por Laura y por todas”, concluyó sin poder reprimir las lágrimas.
Desgraciadamente, el nombre de Laura Luelmo quedará marcado para siempre en la Cuenca Minera de Riotinto por el trágico desenlace con el que concluyó su desaparición, pero en el corazón de sus vecinos campilleros, así como en el de sus compañeros y alumnos del instituto de Nerva donde impartía sus clases de dibujo prevalecerá su eterna sonrisa.