El cura nervense Antonio Fidalgo recibe en Perú el Premio 'Nervense del Año 2021' de Solidaridad y Valores Humanos concedido por el Centro Cultural

por Juan Antonio Hipólito Domínguez / 21 de Enero de 2022 / Publicado en Solidaridad

El cura nervense, sacerdote de la Diócesis de Huelva y delegado de Cáritas en la Prelatura de Chuquibamba en Perú, ha recibido con la humildad que le caracteriza el reconocimiento del Centro Cultural de Nerva, segunda sociedad más antigua de España, tras concederle el Premio Nervense del Año 2021 en la categoría de Solidaridad y Valores Humanos.


Fidalgo ha agradecido desde Perú el gesto con unas palabras a los socios del Centro Cultural y sus paisanos desde lo más profundo de su corazón: "Bien sabe Dios, que es quién en verdad conoce lo más profundo de mi ser, que no soy digno de tal distinción. Aún sí, la acojo porque se que es expresión del afecto que me otorgan mis paisanos". 

El sacerdote recuerda perfectamente el día que celebró su primera misa en Nerva: "¡Cuántas buenas personas me acompañaron! Y recuerdo que el maestro de ceremonias me dijo que, “al final de la misa había que tener el gesto de besar las manos del nuevo sacerdote, porque eran manos bendecidas, manos consagradas”. Mi respuesta fue decir públicamente que yo ese gesto lo suprimía porque, contemplando al pueblo congregado en nuestro templo parroquial, habría muchas otras manos que besar antes que las mías (entre ellas las de las Hermanas del Asilo, allí representadas)".

Y pone en relación ese recuerdo con la distinción otorgada: "Y yo vuelvo a decir lo mismo: “Si hay que acoger la distinción, la acepto en nombre de tantas personas de nuestro pueblo y de tantas otros lugares que, gracias a sus actitudes solidarias, están haciendo realidad todo aquello de lo cual yo soy la mano de obra, el peón albañil ( que no es nada indigno). Pero todo, absolutamente todo, es gracias a vosotros. Así pues, vaya esta distinción para tantas buenas personas diseminadas por el orbe que, día tras día, se esfuerzan por hacer este mundo un poco más humano". 

"Quienes en verdad me conocen", continúa Fidalgo en su respuesta de agradecimiento, "saben perfectamente que siempre he sido uno más del montón, uno que nunca ha presumido de nada, porque entre otras cosas no tengo nada por lo que presumir. Pero eso si, faltando un mucho a la humildad, siempre he alardeado y me he enorgullecido de haber tenido una familia que me supo transmitir que había que amar a los demás aunque en ocasiones nos hicieran daño. Es ahí, en mi hogar, donde fui aprendiendo que es mejor servir que ser servido, convencer con el testimonio de la vida que imponer, tener siempre las puertas abiertas, no solo las de casa, sino también las del corazón para acoger a quién necesiten unos oídos que escuchen sus alegrías o penas, una palabra de aliento, un humilde consejo o parecer o un simple estar en silencio compartido. Y gracias a todo eso, que día a día fui descubriendo en mi hogar, hoy hago lo que hago con alegría, no sin dificultades y momentos de angustias, y teniendo siempre present, como bien dijo un buen amigo mío, "que nadie dijo que había que ganar todas las batallas, sólo ser guerreros honestos en la búsqueda del Amor concreto”. 

"Ya sólo me queda pedir al Buen Dios, que me encuentre donde me encuentre, nunca permita que me vuelva insensible al clamor de la humanidad y que mi alabanza sea siempre una humilde oración hecha servicio. Y, poniendo un poco de humor, que tenga cuidado con la popularidad. Porque los mosquitos mueren entre aplausos. Gracias y siempre, siempre ¡ Viva Nerva!", concluye.

Desde la Junta Directiva de la más que centenaria sociedad presidida por Francisco José Vázquez aclaran que, “el reconocimiento a las personas solidarias y humanitarias no debería ser nunca algo puntual en una fecha porque personas como Antonio Fidalgo son así desde que nacen hasta que mueren”.

Vázquez subraya que en Nerva se tiene la suerte de tener muchos vecinos que destacan en facetas culturales, deportivas y empresariales: “Pero también tenemos la enorme suerte de contar con paisanos que se dejan la vida en ayudar a los demás. Entre ellas destaca una persona que, por todos los lugares donde ha pasado ejerciendo su profesión, ha dejado una enorme huella, y no es otra que Antonio Fidalgo Viejo”, 

En el Centro Cultural destacan el cariño que Fidalgo pone en todas las misiones de ayuda que emprende para favorecer a las personas desfavorecidas. “Lo hace de corazón, sin esperar nada a cambio. Por eso hemos querido enviarle este pequeño y humilde reconocimiento de todo su pueblo. Antonio es el vecino que todo el mundo quiere tener y hemos tenido la suerte de que sea nervense, siendo el mejor ejemplo a seguir por todos”.

En una entrevista reciente, coincidiendo con una breve estancia en su tierra natal el pasado verano, Fidalgo nos contaba el trabajo humanitario que desarrolla en su zona de intervención en Perú,  las vicisitudes por las que atraviesan los peruanos más pobres a causa de la pandemia de COVID-19, la creación de una planta producción de oxígeno para evitar el mercantilismo al que las empresas tienen sometida a la población, lo grave que llegó a estar tras contagiarse, y lo escéptico que sigue mostrándose al comprobar cómo se sigue cayendo en los mismos errores sin aprender nada de todo lo padecido.

“En Perú el problema no es tanto el virus como la pobreza. Aquí el que no tiene no come. Hay situaciones de extrema pobreza donde familias enteras llevan días sin comer. Y la única ayuda que reciben, a parte de la que podemos ofrecer desde Cáritas y otras oenegés, es la que les ofrece el Gobierno con bonos de unos 380 soles, unos 90 euros, que no dan para mucho”, asegura.

 

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